RECONOCIMIENTO A LA MILITANCIA POLITICA Y SOCIAL









Patricia Romero a la derecha del Pampa







Nuestra intención era tener, en esta inflexión imaginaria del tiempo, que significa pasar de una hoja a otra del almanaque -o mejor dicho de un almanaque a otro- un homenaje a la militancia.

A la militancia honesta de todos los partidos que persiguen el bienestar del pueblo, ya que estos compañeros -los militantes- son los que realmente con su accionar pueden cambiar la realidad, no importan en este caso los matices en las ideas.

Roberto Surra escribía en 1984 para el Partido Justicialista del partido de 3 de Febrero Pcia. de Bs As (http://www.pensamientonacional.com.ar):

Él no está por interés comercial, él no se alquila. Él cumple, sencillamente cumple.

Él sabe lo que es volver de madrugada, llevando encima el popurri colorinche de cientos de gotas de pintura.

A él alguna vez le dolieron las manos arrugadas de engrudo cuando el frío salió con él y se mantuvo firme a su lado a lo largo de alguna pegatina.

Él volvió (y vuelve) casi siempre tarde, cuando los chicos duermen, cuando ella (su compañera, su esposa, su madre), lo está esperando con el plato de humilde guiso caliente y el beso reparador.

Y él sabe también de a ratos lo que es comer solo, porque bueno... ya es demasiado tarde y no vale la pena, quedate en la cama que yo como y voy...

Y encontramos que el mejor homenaje era reproducir el siguiente artículo del Los Andes con una mención para la compañera Patricia Romero compañera militante del Radicalismo con la que compartimos y con otros compañeros y compañeras del mismo partido, la tarea militante de reivindicar la Concertación Plural como una superación de los viejos vicios partidarios.

Para ellos y para la Comisión directiva de la Unión Vecinal del Barrio La Gloria, nuestro reconocimiento por recordarnos cuál es el camino.




24/12/2007

Después de 5 años, el barrio La Gloria recuperó su Unión Vecinal.

Los nuevos integrantes de la agrupación decidieron que juntos pueden lograr muchas cosas para su barrio.

Las ventanas del edificio están tapiadas con chapas de madera que han sido pintadas de verde y el cartel está herrumbrado al punto que cuesta leer que la Unión Vecinal del barrio La Gloria fue fundada en 1980.

La sede estuvo abandonada durante más de 5 años, cuando el presidente anterior falleció y la entidad fue intervenida.
Pero un grupo de vecinos se reunió y decidió recuperar la agrupación para poder luchar por los cambios que necesitan en el lugar donde viven y, sobre todo, modificar la percepción que tienen otros sobre la vida en el barrio.

La imagen de la descuidada edificación contrasta con la energía casi palpable de esas personas de diferentes edades, que aseguran convencidas que van a comenzar a trabajar por su lugar.

Y como durante años no existió un ámbito que sirviera de intermediario entre las necesidades de los vecinos y la comuna, los nuevos miembros ya han recibido varios reclamos. Aunque recién fueron designados el sábado pasado y que no pudieron imprimir un folleto para presentarse porque no cuentan con fondos.

De hecho, han comenzado a arreglar de a poco la sede con donaciones de material de los 30 primeros socios, ya que hasta ahora se han reunido en la casa de Patricia Romero, quien fue interventora y ahora es la secretaria general.
La mujer es una de las primeras egresadas que terminó sus estudios a través del plan Jefas de Hogar y obtuvo el título de Perito Auxiliar en Acción Social.

Meses después empezó a trabajar en el área de Relaciones con la Comunidad del municipio y desde allí se abocó a la tarea de recuperar, entre otras, la unión vecinal de su barrio.

El principal problema fue que debían conseguir la documentación, como libros de actas y balances, para poder poner todo en orden. Pero para eso tuvieron que contactar a las autoridades anteriores, lo que requirió una ardua tarea de rastreo, ya que algunos se habían mudado. Una vez que regularizaron la situación, pudieron llamar a asamblea y elegir a los nuevos representantes.

El flamante presidente de la unión vecinal, Adrián Zúñiga (28), comentó que nació en este conglomerado de 1.450 viviendas y que decidió involucrarse porque hacía mucho tiempo que nadie peleaba para conseguir mejoras.

Entre la lista de puntos en los que piensan comenzar a trabajar, los miembros de la Unión Vecinal mencionaron que las ramas de los árboles tapan las luminarias, que el municipio limpia las calles principales pero no las secundarias, que hay muchos pericotes (ratones) y que varios espacios que debían ser verdes han quedado como baldíos.
Además, señalaron la necesidad de contar con una escuela secundaria, otro centro de salud (ya que el actual está colapsado y la gente comienza a hacer cola a las 4 de la mañana para conseguir un turno), una sala velatoria (la comuna les ofrece por convenio una en forma gratuita pero en el barrio San Martín) y que se traslade la comisaría, ya que está ubicada detrás de una plaza y les resulta complicado salir a los móviles policiales.

Pero María del Valle Arrieta (29), tesorera de la Unión Vecinal, destacó que además quieren que se reconozca al barrio como un lugar de gente de trabajo y no sentirse discriminados cuando van a buscar trabajo y mencionan dónde viven. Y como para reforzar esta idea, Angelina Funes asegura con entusiasmo: "empezamos de cero y vamos a llegar hasta mil".