Por Giovanna Carparelli – Productor vitivinícola de Mendoza – Lic. en Comunicación Social y Periodista.-
Fueron cuatro paros entre marzo y noviembre de 1975. El cuarto marcó el record de 18 días, que hoy empata el actual lockout.
El quinto estaba previsto para el 27 de marzo de 1976. No hizo falta: tres días antes los militares tomaron el poder.
La protesta rural cumple mañana diecinueve días, con lo que supera al lockout agropecuario más largo de nuestra historia, que fue del 24 de octubre al 10 de noviembre de 1975. Ese año, el conflicto fue creciendo con el paso de los días.
El 3 de marzo las entidades realizaron un primer bloqueo por veinticuatro horas. El segundo fue el 19 y 20 de mayo. El tercero comenzó el 19 de septiembre y se extendió por once días. El cuarto marcó el record de dieciocho jornadas. La situación económica y social de entonces era muy diferente a la actual, pero algunos hechos parecen calcados. (…)
Al igual que ahora, Confederaciones Rurales Argentinas y Federación Agraria fueron la punta de lanza de los productores.
Esas dos entidades presentaron el 19 de septiembre de 1975, al iniciar su tercer lockout del año, un documento con 14 puntos donde se le comenzaba exigiendo al gobierno de Isabel Martínez de Perón “derecho de participación de las entidades gremiales representativas del agro en el estudio y la elaboración de la política económica nacional” (sic). Por entonces, el problema no eran las retenciones a las exportaciones sino las juntas nacionales, a través de las cuales el Estado fijaba precios máximos para las producciones.
Se acusó a las entidades del campo de expresar los intereses de la oligarquía terrateniente. Sin embargo, los dirigentes rurales aseguraron que “la protesta no surge de ningún pequeño o privilegiado sector de grandes ganaderos sino que se nutre de la decidida voluntad de millares de productores que nada tienen de oligarquía vacuna” (comunicado de Carbap, 22 de septiembre de 1975).
También se los tildó de desestabilizadores y la respuesta llegó desde la tribuna televisiva que ofrecían Bernardo Neustadt y Mariano Grondona en el programa Tiempo Nuevo. “No es un paro golpista”, sostuvo entonces Jorge Aguado, titular de Carbap. “Hay enemigos del país que se niegan a reconocer que el campo es su columna vertebral”, agregó.
http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-101534-2008-03-30.html
¡No nos dejemos engañar! Defendamos nuestro derecho a los alimentos a precios acordes a nuestros ingresos, a nuestros sueldos. La renta del campo (un sector de la economía) es necesariamente menos importante que el bienestar de TODOS los argentinos.
¡Que los alimentos lleguen a las góndolas! Es nuestro derecho y justo reclamo a las corporaciones del campo.
Que levanten el corte de ruta los exportadores a quienes no les interesa el desabastecimiento del merado interno porque sus ventas las realizan en el exterior.
No confundamos los problemas de los pequeños productores, que tenemos problemas desde hace mucho tiempo, sobre todo durante los 90 cuando nada podíamos producir, y no hubo entonces lock out alguno para defendernos.
Sepamos que hablamos de los grandes pooles agrícolas, con inversiones en medios de comunicación y servicios públicos, que quieren acumular poder para desestabilizar a este gobierno y poner algún “prolijo, bonito y obediente” que responda a sus intereses y no a los del pueblo argentino.
Este NO es un paro de pequeños productores. Se están utilizando sus pancartas para confundir a la sociedad y crear sensación de caos, cuando la semana santa pasada pudieron salir de vacaciones 2 millones y medio de argentinos.
Reflexionemos sobre lo ocurrido a lo largo de nuestra triste historia. Apaguemos la televisión y leamos los diarios, especialmente aquellos que no pertenecen a grupos con inversiones en soja u otros productos/servicios a los cuales las políticas del Gobierno están “poniendo límites”, nada más.
Apaguemos la televisión y reflexionemos sobre lo que realmente está pasando. Revisemos algunos libros de historia – la Patagonia trágica, historia de los ferrocarriles argentinos –
Recordemos a Lisandro de la Torre, disparándose en el Congreso de la Nación, incapaz de soportar el negociado de Swift (la corporación) con la carne argentina (la soja de entonces).
Los que vivimos de pequeños proyectos productivos, de nuestros comercios, de nuestros sueldos, nada tenemos que ver con esta disputa de poder que plantea “el campo”.
Defendamos nuestros propios intereses, y con ello los intereses de la mayoría que no vivimos de la renta que nos da el “alquilar el campo que heredamos” para que planten y exporten soja. La mayoría de nosotros vive de otra forma.
Defendamos nuestro derecho a vender y comprar alimentos, nuestro derecho a educarnos en la universidad pública y gratuita, defendámonos.
Por una vez en la vida, no repitamos el discurso de “la gente linda”, la gente a la cual nos gustaría parecernos, por el lugar dónde viven o por lo que pueden comprar.Nosotros vivimos en otro lado, nos guste o no. Nosotros no podemos veranear en Punta de Este, Pinamar, Mar de las Pampas (menos los 3 meses completos!).
Nosotros, que hacemos malabares para llegar a fin de mes y darnos algún gustito de vez en cuándo, defendamos nuestros derechos y pidamos el levantamiento del lock out agrario.
Defendamos nuestra democracia. Defendamos la igualdad de oportunidades, para lo que hace falta “redistribuir” los ingresos de los que más ganan en escuelas y hospitales.
Sepamos que esta “gente linda”, no quiere que haya más gente como ellos y que cada vez que han tenido oportunidad (en los 90 la última vez), han marginado a la mayoría de la población (60% de gente por debajo de la línea de la pobreza en 2001!), lo que ha generado marginalidad y criminalidad.
Nada es porque sí, la inseguridad que nos afecta es una consecuencia de la exclusión que se concretó durante 10 años en este país, cerrando, fundiendo fábricas de todos los sectores y beneficiando sólo a las corporaciones internacionales financieras y de servicios. Ahora nos lamentamos de la violencia y la inseguridad, y la padecemos especialmente los que no vivimos en countries.
No a las politicas de exclusión. No al lock out agrario. Sí a las retenciones móviles, para que el Estado pueda invertir en obra pública: escuelas, hospitales, mejores salarios y ayuda a los pequeños productores.Sí a un país para todos.
Hagan oír su voz, cómo puedan y entre quienes puedan. No tengamos miedo. No nos quedemos callados. Participar es la única manera de sostener una democracia que nos contenga a todos.
No a la violencia encubierta del lock out agrario. Sí al derecho a los alimentos de toda la población.
DE NOSOTROS DEPENDE, HAGAMOS OIR NUESTRAS IDEAS!
UN POCO DE HISTORIA PARA VER QUIEN ES QUIÉN
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