DEBATES: SOBRE LA GESTIÓN DE LOS KIRCHNER



07/06/2008

Una visión bonapartista


FRANCISCO MARTINEZ y HUGO RUARTE(*) -

Especial para LA MAÑANA

Si tuviéramos que definir las características políticas e ideológicas del actual gobierno, tendríamos que decir sin lugar a dudas, que se trata de un gobierno bonapartista. No ha surgido de ninguna estrategia de poder de una clase social organizada en un partido político. Podemos aseverar que este gobierno representa los intereses nacionales, en un país en el cual estos chocan generalmente con el de los grandes centros económicos mundiales. Venimos de un proceso desde el año 1976, de desnacionalización y desmantelamiento de las empresas del estado, y con la aplicación de las teorías neoliberales en boga, de desindustrialización, recesión económica y ocupación de las áreas estratégicas del país, energía , combustibles, comunicaciones, finanzas etc. en manos de corporaciones extranjeras.

El proceso que se inicia con Duhalde y continúa con los Kirchner, toma un camino sustancialmente diferente, en particular cuando se toma la decisión de devaluar nuestra moneda, lo que pone fin a un sinnúmero de importaciones sin sentido, y coloca a nuestros productos a competir internacionalmente.

También, a partir de la decisión política de “atar” nuestra moneda al dólar, fomenta y apoya toda la actividad productiva, generando estos últimos años, un crecimiento sostenido nunca visto en el país. Hay que destacar la participación del Estado en la redistribución de la renta, vía retenciones a los sectores más favorecidos por la situación internacional, agrarios, petróleo y actualmente mineros. Logrando que los trabajadores consigan una evidente mejora de salarios, así como una disminución constante de la de-socupación. Esto se realizó al principio con los aumentos de sumas fijas y también en cierto modo laudando a favor de los asalariados, o fijando indirectamente pautas de aumento, que han significado en estos últimos años una sustancial mejora, que se refleja sin duda en los niveles de consumo de estos sectores.

Es clara la mayor participación de los asalariados en el PBI argentino.Y por primera vez en décadas, que los deciles (distribución de la renta), unidad de medida que verifica en la pirámide social entre los que más tienen y los que menos tienen, ha cambiado en beneficio de los más desposeídos, poco, pero es una inflexión que lo posibilitó este proyecto.

Es conveniente aclarar algunos conceptos. Olga Riutort, que confunde redistribución con coparticipación. Dice: “Lo que acumula el gobierno debe ser entregado a los gobernadores de todo el país”. Se olvida que Juan Domingo Perón del que dice que es su descendiente político, lo primero que hizo en el año 1946 fue crear el IAPI (Instituto Argentino del Intercambio), de manera que compraba las cosechas a los productores a un precio interno razonable y la vendía al precio internacional que era mayor. Con esa renta logró fundar un formidable desarrollo industrial, sustituyó importaciones industriales, fundó las bases de una industria liviana, con inversiones también en la industria pesada, y logró aparte la autosustentación económica. Cimentó las bases de un país moderno. Que como todos sabemos se funda en esto: desarrollo industrial. Ahora se dirá cibernético, telemático, etc. y ya estamos en la era posindustrial, pero también han pasado 60 años. Y Perón no vive.

Volviendo entonces al principio de esta nota, nos preguntamos ¿fue la débil burguesía nacional, los industriales argentinos, la burguesía agraria, los pequeños productores agrarios, que estaban en crisis y embargados, la FF.AA. la UIA etc., se unieron o formaron un partido político, y dijeron vamos a ganar el poder, para cambiar la situación por la que atraviesa el país y defender nuestros intereses?

De ninguna manera. No era pensable que esto lo hicieran los sectores más concentrados de la economía. Menos el sector financiero, beneficiario del periodo anterior. Aun hoy, muchos beneficiarios de esta situación económica, despotrican y militan contra el gobierno. Para muestra sobra un botón (bien grande) el triunfo de Macri en la Capital, sin duda la principal favorecida por esta política. Es decir no hubo una política burguesa. En el mejor sentido. Y nuestros “burgueses”, aún hoy carecen de conciencia histórica, salvo casos aislados, lo cual no conforma una política. Sólo el poder político en manos de un Estado fuerte vuelve a demostrar la sustitución de una tarea como clase que no pueden asumir. Ni que hablar de comparaciones no tan lejanas, como la burguesía brasileña, simplemente a título comparativo.

Y si hablamos de los trabajadores, partido específico que los representara como expresión de poder no existía. La clase trabajadora que dio inicio al peronismo en el año 1945, se había transmutado. Las formaciones políticas que pretendían asumir esa representación, la obrera, llamada de izquierda, se deshacían en estrategias y consignas ultraizquierdistas que los separaban de la realidad y los alejaba de los trabajadores.

Qué podemos decir de la clase media. Históricamente representada por el radicalismo, repartida en un sinnúmero de partidos políticos, atomizada y penetrada por concepciones ideológicas “importadas”, con intelectuales que mayormente piensan el país, como si vivieran en Europa o EE.UU. Sin darse cuenta que estos países, lograron un “estado de bienestar” y una interesante calidad institucional, porque defendieron y defienden con uñas, dientes y guerras incluidas, sus intereses como naciones.

En muchos casos a costillas de nosotros y de países similares. Muchos intelectuales que se tildan de “progresistas” se lo pasan atacando al gobierno nacional, por cuestiones secundarias e insustanciales, sin tomar partido, con una asepsia digna de cirujanos, y sin comprometerse en apoyar decisiones que son fundamentales para los intereses de la Nación y para una mejor distribución de la renta, como el dólar alto y las retenciones. Cuando no abonan a la “teoría de la casualidad” para justificar el formidable avance del país. Atinando a hablar de los famosos ciclos de la economía. Ahora estaríamos en el bueno. Ya vendrá el malo, dicen.

Como vemos no ha sido ningún sector social organizado políticamente el que ha llevado a estos dirigentes al poder.

En un gobierno de estas características (bonapartista), el poder está naturalmente concentrado en los dirigentes que lo ejercen.La pregunta que nos hacemos es: ¿si los Kirchner llegaron al poder, pensaba alguien concientemente que los otros políticos iban a defender los intereses nacionales?

La respuesta, creemos, se divide en dos partes. Primero, tenemos que decir que el gobierno radical-frepasista que había surgido como una respuesta al fracaso de las políticas neoliberales y la corrupción del gobierno menemista, terminó en un fracaso absoluto, dejando al país a la deriva, envuelto en una crisis sin precedente. El gobierno de Duhalde puso un poco de orden y llamó a elecciones generales.

Con el radicalismo desprestigiado y atomizado y el peronismo dividido en tres opciones, el aparato del justicialismo de Buenos Aires fue decisivo para que Kirchner saliera segundo con el 22% de los votos y pudiera optar por una segunda vuelta, frente a Menem, que tenía mayoritariamente a la población en contra, por lo que se negó a competir.

Fue el desarrollo del gobierno del presidente Kirchner, y las acertadas medidas tomadas que ya hemos nombrado a modo de ejemplo, que llevaron a que en las elecciones legislativas primero y en las presidenciales siguientes, fuera apoyado mayoritariamente.

Vivimos en una sociedad influenciada fuertemente por el consumo, la inmediatez y el individualismo. El pragmatismo tiñe las decisiones de los dirigentes políticos, empresariales o sindicales. El marketing pretende reemplazar a la política, y todos los días vemos ridículas puestas en escena de temas intrascendentes.

Así y todo nuestro pueblo va demostrando a pesar de las dificultades, que una Nación independiente se quiere abrir paso, y lo pretende hacer en conjunto con las otras naciones latinoamericanas.

En estos últimos años no hemos visto que paralelamente a los avances en el terreno social y económico, se haya desarrollado una masiva estructura política, con firmes concepciones ideológicas, que permitan sustentar este modelo en el tiempo (y enfrentar los embates que seguramente aparecerán) y avanzar hacía metas cada vez más importantes.Estamos en deuda con la sociedad, y con nosotros mismos. Y este será el desafío de los próximos tiempos.

(*) Dirigentes de Acción Popular.