EL APRIETE AGROPECUARIO


29/06/2008




Jorge Héctor Alvaro - Diputado Nacional

Con la rebelión agropecuaria asistimos en estos días a una chabacana tergiversación de todos los valores: el reino del revés. En la deliberada confusión en que nos han introducido los poderosos factores de poder actuando como siempre lo hicieron, esto es, poner sus intereses por encima del conjunto de la Nación, sin importarles en ningún instante las consecuencia políticas y sociales sobrevinientes, hay dirigentes que aparentemente no perciben lo obvio: aquí hay en primer lugar una formidable disputa política y en muy secundario término una discusión económica.

Sin indisimulados los aprietes públicos a los legisladores para que en un "libre ejercicio de conciencia" reflexionemos; comprendamos "lo grave de la situación y... votemos al revés de cómo lo hicimos el 27 de marzo.

Así, las tertulias "en lo de Mirtha"; las "reflexiones" de Mariano y las "objetivas" columnas de Morales Solá y Van der Kooy serían la mas acabada expresión de la voz del pueblo y los legisladores nacionales una caterva impresentable de mediocres soldaditos de plomo subordinados a la caja de ya sabemos quién. Quedaría así demostrado el recurrente teorema apto para las crisis: "El Congreso Nacional no sirve para nada". Otra institución fuera del juego, porque no entendió que el Partido del Campo es mayoritario. La legitimidad democrática quedaría cuestionada por la "legitimidad de ejercicio".

Veamos, si no, como nos "han dado vuelta la mesa" para dinamitar cualquier cauce armónico del conflicto: la toma forzada de rutas se presenta como "pacífico para del campo"; las declaraciones de De Angelis sobre la tenencia de armas en las carreteras, como un desliz de mesa de café; la posición de hombres largamente rechazados por la opinión pública (Rodriguez Saá no es el único ejemplo), es cambiada abruptamente de "malos" a "buenos" con sólo declarar que están en contra de las retenciones móviles.

Por supuesto que hay aspectos compartibles en la protesta. Pero ni todos los puntos reclamados son válidos, ni todos los métodos para obtenerlos resultan aceptables.